Autor/es: Ruben Yennerich
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¿Han visto alguna vez un picaflor? (colibrí, zumbador, Sum sum, Guani, Guacariga o Guaracacigaba )
Primero se hace notar, aunque no lo veas, con el zumbido de sus alas -casi invisibles al ojo humano- despertando la atención. No se sabe qué es, produce asombro y un cierto temor, hasta que lo ves. No puedes distinguirlo fácilmente, por su gran dinamismo y velocidad. Hasta que se acerca a la flor. Allí entonces posa su pico con gran delicadeza, extrae polen y luego va en busca raudamente de otra flor.
Te quedas extasiado por su belleza. Sus plumas al reflejo del sol parecen un rubí. Sus movimientos llenos de gracia y eficacia parecen vencer la ley de gravedad. Sorprende el vuelo hacia atrás y hacia arriba, y esa mágica sensación de que permanece suspendido en el aire besando la flor o bebiendo agua. Hasta que desaparece, partiendo velozmente.
Si, es un pájaro divino, es lo más parecido a la perfección...
El profesor de teología sistemática no podía dejar de mirar hacia la ventana del aula de la facultad de teología, para ver si podía ver algún picaflor en el jardín de la facultad para completar sus palabras de admiración.
Los estudiantes no salían de su asombro. En el programa correspondía la clase sobre la gracia de Dios en la historia, pero igualmente quedaron atrapados por el relato.
Los días eran terribles, se vivía una tensa preocupación en esos momentos por la situación económica del país, pero la primavera dejaba ver unas hermosas flores y el sol calentaba hasta el alma, luego del crudo invierno. Daban ganas de dictar la clase en el jardín.
Precisamente de eso quiero hablarles en el tema que nos ocupa hoy. Sobre la gracia de Dios en la historia. Permítanme contarles una leyenda guaraní sobre la creación del picaflor continuó el profesor-
Flor, una hermosa india de grandes ojos negros, amaba a un joven llamado Ágil. Este pertenecía a una Tribu enemiga y por lo tanto solo podía verse a Escondidas. Al atardecer cuando el sol en el Horizonte, arde como una inmensa ascua, los dos novios se reunían en un bosque, junto a un Arroyo cantarín y juguetón, que ponía su reflejo plateado en la penumbra verde. Los dos jóvenes podían verse solo unos minutos pues de lo contrario podían despertar sospechas. Dentro de la tribu de Flor, una amiga de esta descubrió el secreto de la joven y rápidamente se apresuró a comunicárselo al jefe de la tribu. A partir de esto, Flor nunca más pudo ver a Ágil.
La luna, que conocía la pena del Indio enamorado, le dijo en la noche: Ayer vi a Flor que lloraba amargamente pues la quieren hacer casar con un indio de su tribu, desesperada pedía al Dios Tupa, que hiciera cualquier cosa con tal de librarla de aquella boda terrible.
Entretanto Tupa oyó la suplica de Flor y decidió transformarla en Flor.
Esto ultimo me lo contó mi amigo el viento. Dime luna, preguntó Ágil ¿En qué clase de flor han convertido a mi amada? ¡Ah, amigo, eso no lo se yo ni lo sabe tampoco el viento ¡Tupa¡ ¡Tupa¡ gimió Ágil, yo sé que en los pétalos de la Flor la reconoceré . Yo se que le he de encontrar
¡Ayúdame a buscarla tu que todo lo puedes ¡y el cuerpo de Ágil , ante el asombro de la luna fue disminuyendo, hasta quedar convertido en un pequeño y diminuto pájaro multicolor, que salió volando apresuradamente.
Era un colibrí, y desde entonces el novio triste, en esa bella metamorfosis, pasa sus días buscando ávida y rápidamente entre las flores una a una, a su amada, pero dicen los más viejos de la tribu que no la ha encontrado.
No se asombren queridos estudiantes, -continuó el profesor- no los estoy tratando de escolares, simplemente trato de hacerles ver que hacer teología a veces es hacer uso de paradigmas y ejemplos cercanos, que son las categorías que tenemos en nuestro conocimiento, para referirnos a Dios, de quien de otra forma no podríamos hablar.
Al fin y al cabo su presencia revelada en Jesucristo asumiendo las categorías humanas, es la forma que ha elegido Dios para acompañarnos y acercarse a nosotros.
Respecto a su gracia, presente y actuante en la historia humana, se me ocurre como ejemplo, que la acción del picaflor es acaso como esa gracia.
Irrumpe en la historia en situaciones cuanto menos esperadas e inéditas, acaso como un viento espiritual renovador que provoca el asombro, la sorpresa y el temor.
Es difícil poder detectar y seguir su presencia, sin embargo podemos darnos cuenta de que algo bello y transformador se hace presente. Y se hace acción fecundadora de vida en la belleza y a su vez en la fragilidad y humildad de una flor.
La flor podría ser el símbolo de la humanidad que quiere dar vida nueva y que se expone abriendo sus pétalos a los avatares del viento y de los peligros. Es esa humanidad que quiere dar vida y no renuncia a ser belleza y eficacia aún en medio las tempestades, el barro, la lluvia o el sol, que quieren marchitar la esperanza.
Hacia esa humanidad que ama y se expone, abriendo sus pétalos a la vida, dándose, se dirige siempre el picaflor. Para posar su pico suavemente y colaborar, profundizar o provocar el acto transformador, fecundador -polinizador- que luego permitirá a la flor ser fruto. Y que facilitará la continuidad de la vida.
Ambos parecen necesitarse, pájaro y flor. Sólo que uno, el pájaro es el que viene. Sorpresivamente, a hacer que la vida continúe y que la estática flor pueda multiplicarse. La Gracia divina viene a nosotros y se vale de lo mejor de nosotros para dar vida plena, abundante y finalmente eterna.
Dios se parece a un picaflor que rauda e inquietamente se posa en cada flor de humanidad y traslada lo mejor de ella a otras, provocando la polinización comunicativa y colaborando en la fecundación que da vida. Así, en el amor, aparece en la historia humana la gracia salvífica y
transformadora. Dios vive en nuestro amor, se alimenta del amor.
Pero como en la leyenda guaraní, ese reencuentro final, parece aletargarse. Eso no desanima la búsqueda. Habrá un encuentro escatológico que será el kairós, el tiempo del reino, el tiempo del reencuentro en el amor. Como el Apocalipsis lo describe, será una fiesta de bodas.
Si. El Picaflor se parece al Dios de Gracia.
"Dios en tu Gracia, transforma el mundo,
fecunda cada flor,
provoca el amor,
redime lo mejor.
Dios picaflor, visítanos creando vida,
suscita el reencuentro,
en un tiempo pleno, sin fin.