Autor/es: Virginia Mínico
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Testimonio
Esto me sucedió hace un poco más de un mes, cuando me disponía a tomar unos días de vacaciones.
En el lapso de 2 días se enfermaron gravemente, mi padre y mi tía, con internaciones incluídas.
Mientras mi papá era atendido por mi mamá y hermana; mi esposo, Fernando, y yo viajamos a cuidar a mi tía. Fueron justo los días de internación y los de vacaciones.
Mi tía que nunca participó de iglesia alguna y se caracterizaba por su mal carácter, comenzó a hablar de la esperanza de vivir y de Cristo como la luz del mundo. Claro, yo no le creí...
Ella sabía que en el bolso yo tenía mi Biblia, porque a veces mientras dormitaba yo aprovechaba para leer algo.
Una tarde me pidió que le buscara pasajes que hablen de esperanza, de fe y de luz, avisó a sus dos compañeras de cuarto y a sus respectivas acompañantes, que yo iba a leer la biblia y que aprovecharan a escuchar ya que también les podría servir. Claro, no podía creer...
A partir de ese pedido, todas las tardes (y a veces más) leíamos pasajes que hablaran de esperanza, de resurrección, de vida. Una de las acompañantes participaba de una iglesia pentecostal y cuando yo me iba a comer o a descansar, se quedaban charlando fervientemente.
Mi tía se fue recuperando milagrosamente, le tenían que amputar sus pies y la sangre comenzó a circular nuevamente, no quería ni tomar líquido y comenzó a comer y beber y en la clínica era conocida por médicos y enfermeras como la "abuela buena". Claro...yo creí.
Un día antes de terminar mis vacaciones, le dieron el alta. La trajimos cerca de casa para que esté bien atendida, ya que había que seguir haciéndole curaciones y no podía caminar. Ahora vive con unas hermanas de nuestra congregación y todas las mañanas pide escuchar un programa de radio cristiano y me pide que le cante canciones "de esas que yo sé".
Quizás este testimonio sea uno más entre los que compartimos con l@s herman@s de nuestras congregaciones, pero a veces, a los que trabajamos en la liturgia y recibimos tantas oraciones, poesías, canciones, cuentos, testimonios, de todas partes... es bueno que nos pase a nosotros, pues nos da ese "aliento", ese "empujón" para seguir confirmando y afirmando que Dios es nuestra fortaleza y nos da ese milagro de vida todos los días.
Papá Dios:
Gracias por poder ver tus milagros entre los seres queridos.
Gracias porque nos das esperanzas en medio de los conflictos y pruebas
que vivimos.
Gracias porque nos das la libertad de poder difundir tus obras.
Gracias porque somos sensibles a tu llamado y podemos abrirte nuestros
corazones.
Gracias porque a través de Jesucristo nos trajiste luz a este mundo.
Gracias porque todas las noches podemos descansar en paz.
Gracias porque nos elegiste como hijos y nos das la oportunidad de quererte como papá. AMEN.